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martes, 27 de mayo de 2014

EL DIOS DE LA GUERRA - GRAHAM HANCOCK

Tenochtitlan, 1519. Moctezuma reina sobre un imperio que es temido y odiado por el resto de las naciones aborígenes de la región, súbditas de los aztecas y obligadas a entregar jóvenes para los sangrientos sacrificios con que aquellos rinden tributo al dios de la guerra, Huitzilopochtli. El poder del imperio azteca parece i nvencible, pero la rebelión se está fomentando lentamente, ayudada por los rumores de que hombres de piel clara, barba y armas tan extrañas como letales se aproximan a la ciudad. Tozi es una muchacha de catorce años, con extraños poderes sobrenaturales, que ha sido apresada por los aztecas y espera en una celda a que le llegue el turno de ser sacrificada. Cóyotl es un niño de seis años y compañero de cautiverio. Pepillo es un joven que se prepara para embarcarse en una expedición a México desde la colonia española de Cuba. Los tres convergerán en esta historia épica que narra el apasionado y brutal choque de dos imperios, la gran epopeya sobre la conquista de México de la mano de uno de los autores más aclamados del género, traducido a veintisiete idiomas y con más de cinco millones de ejemplares vendidos.

Hubo una época en que los mayas chontales, tlaxcaltecas y otros grandes y poderosos pueblos, regían sus propios destinos, pero ahora, una oscura sombra amenaza esa frágil paz, atronadora, como una muerte anunciada por miles tambores de piel de serpiente y caracolas de guerra. Era el poderoso imperio Mexica (Azteca), liderada por el Gran Orador o emperador Moctezuma, urgido de hombres que sirvan de sacrificio para la insaciable sed de su dios de la guerra Huitzilopochtli, mismos que ordena capturar de los pueblos renuentes a someterse a su poder. Y por si esto fuera poco, de mas allá del mar, unas misteriosas y gigantescas canoas que se mueven sin remos y dirigidas por hombres-dioses, con extrañas y poderosas armas mágicas que escupen fuego como rayos, se presentan como invasores, reclamando oro y sometimiento a un dios extranjero y desconocido, representado por una cruz. Son sin duda, tiempos de cambio en el mundo conocido de los pueblos preshispanicos.

Graham Hancock nos regala con EL DIOS DE LA GUERRA - LA NOCHE DE LA BRUJA, una maravillosa novela llena de historia, misticismo, fantasía, violencia y superstición, narrando de manera magistral la primera etapa de la conquista del imperio Mexica o Azteca, con una trama convincente, entretenida y llena de acción, con personajes históricos recreados a la perfección, detallando con crudeza una época donde la caballerosidad y el honor, se olvidaban pronto ante la ambición por el oro.

La novela sin llegar a ser coral, cuenta con muchisimos personajes, algunos con mayor trascendencia que otros, pero igualmente bien construidos, tanto por el bando español como por el bando indígena; por lo que el lector quedara satisfecho por la versión del autor de: Hernan Cortez, Pedro de Alvarado, Bernal Diaz, Gonzalo de Sandoval, el mismísimo pepillo (uno de mis personajes favoritos) por un lado; y de Moctezuma, Cuitlahuac, Cuauhtemoc, Ahuizotl, Malinal o Malintzin - Malinche, el rey Xicotenga el mayor por el otro.

Una peculiaridad de esta historia y que seguramente, supondrá una pega, o un monumental inconveniente para los puristas históricos de la época, es el papel fundamental que diferentes deidades por el lado indígena, y santos por el lado conquistador, parecen llevar durante la trama, y que a mi opinión, me parece de lo mas interesante, ya que debemos recordar que se nos narran hechos de hace mas de quinientos años, donde la superstición de nuestros antepasados indígenas por la brujería y sus dioses, era apenas comparable con el fanatismo religioso y hambriento de escrutinio de la inquisición española, que tiene como representante en la expedición en el padre Gaspar Muñoz un fraile dominico, cruel y perverso y siniestramente deseoso de purificar almas paganas en nombre de Dios.

Sin duda EL DIOS DE LA GUERRA de Graham Hancock es un gran hallazgo, pues no había tenido la oportunidad de leer nada suyo y a la vez una agradable sorpresa. La manera en que conjuga historia y ficción, religión, superstición, fantasía y hechicería es entrañable, y aunque como el autor mismo reconoce en los apéndices interiores, EL DIOS DE LA GUERRA no es puramente una novela histórica, tiene la pulcritud y decencia de desambiguar la mayoría de las licencias históricas tomadas al escribir esta novela, y que ayudaron a que EL DIOS DE LA GUERRA se convierta en una novela inolvidable.

Un retrato sangriento y brutal, pero a la vez exótico y mágico de la cultura mexica posclasico tardío, en la época donde el imperio azteca había olvidado las enseñanzas de su dios de paz Quetzalcoatl y abrazado la doctrina de un hambriento dios de la guerra, que obligaría a ese imperio  someter y sojuzgar implacablemente a otros pueblos, convirtiendo a estos en aliados potenciales del invasor, cuestion que como ahora sabemos, seria crucial.

La lucha cruel no entre dos reinos, ni entre dos culturas; sino de dos mundos colisionando por el poder del acero de Toledo y las lanzas con punta de obsidiana, la historia de la conquista española, que habria de reducir la poblacion indigena - por la guerra, el hambre, desplazamientos y las enfermedades introducidas - de treinta millones a solo un millon, es decir un genocidio del mas del 90% de la poblacion.

Me ha maravillado leerlo, probablemente vuelva a hacerlo en mas adelante. Sin duda Gary Jennings, Salvador Maradiaga y George R.R. Martin estarian orgullosos. Le pongo 5/6, esperemos pronto la continuacion.

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